Se escuchaba decir que Johnny Hines nunca se casó, que vivió junto a su madre, y que sus últimos años los dedicó a niños y a perros. De Eileen Heckary decían que tenía ojos de cachorro. Y a Truus van Aalten le gustaba fotografiarse con el skye terrier Pucki; o con su maltés Didi. Coleccionaba juguetes y peluches de Bonzo, y jamás aceptó ser utilizada… Hacia 1926, como si se tratara del descubrimiento de un mundo, se llegó a decir que la entrenaron para el cine de la misma manera que se prepara a un cachorro para escena.