
Para algunos es una mujer con un pequeño ‘pom’; para otros es una mujer, más un bello traje de época, más un falderillo que completa el conjunto; algunos ven un voluptuoso mundo imaginado que se plasma en este lienzo (óleo de c.1762); otros han concluido que la modelo pudo ser, casi con seguridad, Marie-Émilie Coignet de Courson (1727–1806). Para quien lo pintó, Jean Honoré Fragonard, estaba cercano a la idea de que no es sólo una bella joven retratada, sino que contiene lo que fue y podrá ser. Fragonard fue olvidado durante casi un siglo, y parte de su supervivencia se debió a Madame du Barry, quien le encargó numerosas pinturas para embellecer su palacio (la serie Los progresos del amor en el corazón de las jóvenes). Ese silencio y desaparición probablemente se debieron a que «La Revolución francesa puso fin a la demanda de obras del género galante, hasta el punto de que los últimos años de la vida del pintor transcurrieron en la miseria.»

Otro lazo azul en The Young Lady, del pintor Francois Boucher (c.1740).