

«Me ha complacido y sorprendido mucho el amable recibimiento a mi regreso a Inglaterra… Me alegraría mucho tener la compañía de un perro, pero tengo la sensación de que aquí los perros de las mujeres llevan una vida de perro, e invariablemente son robados en Londres. Las pobres criaturas que veo conducidas por una correa por sus amas en el parque no me parece que disfruten de una existencia envidiable; y como estoy en contra de pagar a los ladrones de perros para recuperarlos, esperando un soborno, mi mascota, por falta de rescate, seguro que terminaría en manos de los vivisectores.»
