Ayer y hoy de ‘Barkouf’

Fotografía de Lara Beck

«El título de esta ópera ya gruñe y ladra: detrás del nombre Barkouf en realidad hay un perro. El amigo de cuatro patas es incluso el jefe de la ciudad oriental de Lahore. Fue empleado por el mismísimo Gran Mogol, el ‘gobernante de todos los gobernantes, estrella de todas las estrellas’, para humillar a su pueblo en exceso rebelde. Un perro en el poder: esta tremenda provocación solo puede provenir de un genio artístico, y descarado, como Jacques Offenbach, quien hizo su debut compositivo con esta obra en 1860 en la Ópera Comique de París. No es de extrañar que la censura hiciera estragos en París durante el Segundo Imperio e inicialmente prohibiera esta obra, que constituye una burla constante a la autoridad suprema de nuestro tiempo y de nuestro país». En 1860 recibió tantas críticas que no solo fue retirada tras siete exhibiciones sino muy censurada. Scudo, el enemigo enfurecido del gran romántico Offenbach, le insulta desde la publicación Revue des deux Mondes: «¿Es posible —exclamó— imaginar una obra más miserable, más vergonzosa para todos los que cooperaron en ella y más indigna de ser representada ante un público que tiene derecho a ser respetado, que Barkouf, y este desvarío en tres actos, inventado el libreto por M. Scribe? Digo un perro intencionalmente, porque es un perro el héroe de la obra, y la música de M. Offenbach es digna del tema que la inspiró.»

Caricatura de Offenbach, s.XIX. Revista Le Lune.

Un ‘simple perro’ mantuvo a toda una manada de críticos pisándole los talones, sonando a jauría. Offenbach se debatió en Le Figaro recordando que infinidad de perros habían sido protagonistas de muchas otras obras, y que el mundo jamás se detuvo sino todo lo contrario. Y tenía razón

Fragmento de la puesta en escena a cargo del director y actor alemán Max Hopp, con el director de orquesta francés Jérémie Rhorer. Debutan en la Ópera de Zúrich, 2021.

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