
«Louise Abbema, muy conocida como pintora y fiel amiga durante toda su vida de Sarah Bernhardt, perteneció siempre a otra época, y su muerte reciente pasó casi desapercibida, excepto entre sus pocos amigos íntimos. Su spitz, fiel compañero, y siempre al lado, era habitual de las tertulias. La extrañaremos en un pequeño café no muy lejos de la Ópera (París), donde hasta hace poco se la podía ver todos los días tomando su aperitivo por la mañana y por la noche. Sin embargo, durante años ésta fue su única diversión. Con sus dos perros salió de su casa en la Rue Lafitte y caminó lentamente hacia este café. Se tomó un vasito de vermú y, sacando una pitillera, fumó y habló con los pocos amigos que siempre sabían dónde encontrarla. Era una figura inconfundible con su abrigo hecho a medida de corte masculino. su falda larga, muy estrecha, su sombrero de visera. y la Legión de Honor, porque ella fue una de las pocas mujeres así condecoradas. En sólo una ocasión no acudió al aperitivo en su café. y aquello sucedió el día de la muerte de su gran amiga, Sarah Bernhardt, en 1923.» (1927, Belfast Telegraph)
