La historia del perro contrabandista es larga, la memoria que recuerda es más bien pequeña o tiene diversas lagunas, e incluso el agradecimiento es invisible, pero durante muchas décadas ayudó este cuadrúpedo a quienes contravenían prohibiciones, fronteras, impuestos o aranceles. Especialmente fue la cinematografía francesa la que, desde su época silente, les dedicó argumentos y documentales. Se encargaban perros pequeños, ágiles y bien entrenados, según la ‘carga’, como ocurrió con Mutt. Transitaban con disimulo por trochas muy tupidas o salvaban barrancos imprevisibles, casi siempre de noche. Transportaban encajes, tabaco, o cosas menudas y de poco peso. Los más grandes portaban alcohol, oro, piedras preciosas… En este filme de 1906, Les Chiens contrebandiers (Georges Hatot), aparecen todas las variantes, incluido el perro de aduana, encargado lo mismo para detener a un delicuente que para detectar y dar alcance al can contrabandista.
Y para no olvidar, esta fotografía de 1924 muestra el ambiente ‘perruno’ durante los preparativos para realizar una inspección de los fardos con hojas de tabaco, embalados por la empresa Baldomero Fernandez y Cia, en La Habana (o de mercancía procedente de La Habana, ya en Francia).
