
«Un suceso, acontecido en 1899, narra que es cierto lo ocurrido a Luis de Monforte y Velázquez, marqués de Campollano, que era en Madrid (España), un hombre a la moda y muy admirado por su elegancia y por el dinero que dilapidaba en rondas y juergas. Tenía un perro que le seguía por las callejuelas matritenses; un gran danés de nombre Ster. Al transcurir los años, el marqués quedó arruinado debido a un conflicto de herencias, los amigos le dieron la espalda y, acosado por las deudas, decidió lanzarse por el viaducto de Madrid para aterrizar en la calle de Segovia, por donde los perros arrastraban las carretillas de los ancianos afiladores. Allí, en el puente, el marqués hizo la señal de la cruz y saltó. Su perro quiso impedirlo, se lanzó tras él, pudo llegar a morder sus ropas, pero ambos cayeron al abismo. El sacrificio, la lealtad, una vida al servicio de otro hasta el extremo de la desaparición de ambos, son ahí un fuego, una entrega, unas cenizas, una fidelidad latente.» (en El perro en el cine mudo, desde la nota El último amigo, en Album de Salón 1/2/1899)
(Ya sea o no cierta esta historia, sí fue descrita y escrita por Miguel Aldorete. Y aunque existe el marquesado de Campollano, no aparece rastro alguno de tal marqués.)