
La vida es su única halda, tan sin nombre como los canes callejeros. Cuando se menciona la intemperie, pasa a tener nombres interrogantes, que no se sabe bien qué describen. Muestran un lugar, un cobijo. Para este caso, según los historiadores, «El linyera y el croto y los atorrantes se construían estas casitas llamadas ‘croteras’ justamente para dar refugio a los ‘linyeras’, que eran en general hombres que se desplazaban caminando o viajando escondidos en los trenes de manera vagabunda, nunca se quedaban mucho tiempo en un lugar, no tenían trabajo fijo. Querían libertad, independencia y soledad.»
