
En 1931, la revista Films selectos, destacaba la brusquedad con la que eran cortadas o finalizaban, abruptamente, interesantes escenas en los noticiarios. Carreras de caballos sin ganador alguno, un aparato de volar que nunca se ve aterrizar… «¡Zàs!, se nos corta otra vez la escena y se nos deja impunemente con el ánimo en suspenso.» O un desfile, un animal amaestrado —un mono, un perro, un elefante—… «Cuando más distraídos estamos, ¡zas!, desaparece en la sombra el animalito sin dejarnos ver cómo termina su habilidad.» Este editorial lo redactaba, bastante indignado, el señor Lorenzo Conde, habitual de este semanario que salía en España cada sábado al precio de 30 céntimos, dirigido por Tomàs G. Larraya.