Clases pasivas

En 1874, la revista La ilustración española entregaba a sus lectores este grabado a página completa. Realizada por el burgalés Isidro Gil Gabilondo, tras haber ganado el certámen que convocó la propia publicación a principios de año, a los pies de ambos protagonistas deja un muy atento falderillo, entre caniche y bichón, como los que dibujaba Goya.

El jurado destacó la perfecta realización y composicion de Gil, y también que «…El argumento Clases pasivas es triste, y además no es nuevo; pero esa pobre viuda de un honrado militar, cuya vida se va extinguiendo entre privaciones en una humilde buhardilla, y esa hija huérfana que, sentada enfrente de ella, pasa las noches en vela gastando entre privaciones ímprobas su juventud y su belleza, forman un cuadro de sentido moral harto verdadero…»

Ahora bien, o es un fragmento la reproducción del grabado, o el redactor se dispersó con la ironía metafórica del título, pues ni es una buhardilla el lugar ni hay hija alguna, y, salvo el perrillo que suele estar a la espera, el mensaje debe de estar implícito si nos atenemos a la expresividad de un anciano matrimonio sentado junto a un paraguas, pasivamente a la espera.


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