
© Franco Matticchio, Il cane puliziotto, publicado en «Libretto postale» (ed. Vanvere, 2012)
En los tiempos de antes, el pelaje de ciertos perros era utilizado para hacer cepillos, felpudos, y otros enseres cotidianos. En una isla de Gran Bretaña (cerca de Londres, acaso en Isle of Dogs, y de ahí su nombre) se dejaban aislados a numerosos perros de pelaje largo, o copioso, para que no se mezclaran con otras razas. Quedaban a expensas de la precaria alimentación que les acercaban, y morían al cabo de muy pocos años. Así, durante su corta existencia se los esquilaba de la misma manera que a las ovejas.
Hay que añadir que la gran tragedia de la oveja es haber sido hibridada, cruzada, para que no suelte el pelaje. Por esa razón, si no es esquilada, se va volviendo indefensa, todo se enreda en su ‘lana’, se engancha a ramas o arbustos, la movilidad resulta cada vez más imposible y el peso llega a ser insoportable.

(Nota: si existen imprecisiones en esta enumeración, no dude en indicarlo)