Casi un lugar de los horrores

Porque así era la época, y sus modas e idealizados interiorismos, ocurre que, a la vez que John Barrymore se sienta sobre un cocodrilo (disecado como otros seres que cuelgan de la pared), también acaricia a un difunto guepardo, y su esposa, la actriz Dolores Costelo posa con su joven san bernardo que pareciera querer irse cuanto antes. Porque… ¿Qué sentirá, olerá o percibirá un animal obligado a vivir entre cadáveres, alfombras de piel abatida, cornamentas y colmillos? En aquel año de 1930 llamaban a su hogar La casa de los trofeos, cuando ambos actores se preparaban para estrenar su voz ante un público expectante que también pasaba la prueba del cine silente al ‘audible’. Tres años después, se fotografiarán, en otro hogar, junto a sus dos hijos y un cocker vivo.


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