Diálogos del halda, o falderillos miniados

Muy atrás en el tiempo, el falderillo —siempre digno y en acomodo preferente— lo escuchó todo. Cualquier historiador, arqueólogo, lingüista o etólogo daría hoy mucho por ser ese perro para averiguar de qué hablaban, con qué palabras y qué asuntos cotidianos eran de interés. A este falderillo lo tenemos presente con Almodis de La Marche (famosa por sus numerosos matrimonios, y nacida en 1020, aprox. con su galguillo veneciano), y en el Sir Lancelot a modo de podenco cazador, entre 1315 a 1325, o en las capitulares con una monja de la congregación medieval White Ladies, en un manuscrito del siglo XIV. La época medieval era un asunto denso, no se sabe si bien entendido en la actualidad, pero aquellas monjas eran muy autónomas, abandonaban el convento sin permiso, cambiaban de hábito a su antojo, mantenían relaciones sexuales, y tenían todas las mascotas que desearan, sin ocultarse y sin mayores temores, aunque, es posible, con ciertas consecuencias.


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