
El delicado ilustrador Shigeru, nacido en Japón en 1897, animado por su madre desde la infancia, fue aprendiz de orfebre, años después pasó por el laborioso teñido de tejidos en un taller donde le dijeron: «Si quieres ser tintorero, aprende este oficio; si quieres ser artista, aprende a ser mendigo». Es luego, gracias al sacerdote zen Igawa Sengai, ilustrador de periódicos y libros, donde todo lo delicado comenzó, similar al zigzag de un perro; desde el instinto alcanzo una delicadeza sin fin y una firmeza sin descanso.