El ‘ferocísimo’ Bobs fue acusado y condenado a muerte en 1919, por morder a un policía. Salvó la vida gracias a la movilización de las sociedades protectoras. Este pacífico terrier mesticillo sólo tenía una afición, la de rondar por las salas de cine de Londres… Acaso la alegría de los niños, las golosinas, o el ambiente chispeante lo impulsaban a tomar parte de lo festivo, de forma irresistible…

Sin olvidar al perro rastreador de trufas. Su utilidad, las jornadas de trabajo, todo él pareciera prohibido, legislado; morder, comer, beber y hasta ladrar.
