El sermón de Bernard Vaughan

celly

«…También fue defenestrada por muchos la alemana Cilly Feindt (1909-1999), artista de circo conocida por sus trabajos y entrenamiento de caballos, que se inicia en el Paul Busch, pasando al cine por su pericia con los animales (además de perros, se especializaba en monos). Se retrataba con un falderillo en 1927, del que algunos opinaban que estaba allí por propio egoísmo de Cilly, que a la actriz no le gustaba ni le interesaba aquel bichillo del tamaño de un insecto, que ella misma era un peligro para su mascota si lo empachaba de bizcochos y bombones, y “ni lo veía con ojos de niña ni con instinto de madre”, ni sabía jugar o acariciarle siquiera. La razón a estos comentarios es incomprensible ya hasta abusivo, aunque pase tiempo infinito; la actriz sí acompaña con cariño y respeto a su chihuahua marrón y su pug se acomoda sin abuso aparente en un cómodo sillón, y este malabarismo de improperios no se relaciona con las imágenes de Feindt, ni de lejos, así que aquel atribulado y mezquino mundo debía residir en la cabeza del mencionado, así como lo estuvo en el sesudo sermón de Bernard Vaughan (y en sus exacerbados odios).» (Perrillos del Halda)


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