





Perro celoso (sensacional película dramática de extenso metraje), Perro voluntario (de gran éxito y de larga duración), Perro fiel (sensacional película dramática), Perro aduanero contra perro contrabandista (incomparable película cómica), Perro ladrón, Perros de policía (cinta dramática de gran sensación)… Así era la programación de cine entre 1907 a 1910, anunciando los estrenos, lo que el público no debería perderse a las siete y media de la noche, y avisando que la empresa se reservaba el derecho de alterar el programa siempre que causas ajenas lo exigieran. El timbre daba su señal diez minutos antes de empezar la sesión (dos toques). Y según informaban, y dada la extensión de los metrajes, podían tener dos descansos durante la proyección. Extraño era que a principios del siglo XX faltara algún filme con perro en la programación.