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El carlino del pintor y escritor Henri Guérard solía llevar un cascabelillo cuando correteaba o merodeaba el deshielo de cada invierno. Celebraba la primavera mientras el pintor pasaba casi 24 horas al día finalizando los grabados que debía presentar, exponer o sacar a la venta para sobrevivir. Pero en realidad, aunque Henri le dedicara a Azor bocetos y dibujos, era por entero de su esposa, la pintora y modelo Eva Gonzalès. La ironía y sentido del humor de Eva quedan reflejados en su correspondencia, pormenorizando a veces las idas y regresos de Azor, sus inquietudes y desmenuzando y describiendo lo cotidiano: «…Nuestra única distracción fue la cena de L’Oie Grasse en casa de Manet (esta cena no es semanal ni mensual, fue excepcional). Acabamos de recibir la carta anunciando la muerte de Madame Marthelot. El señor Gachet quiere comprar una prensa y quiere una de Goeneutte, que no tiene intención de venderla… El joven Norbert ya tiene modelo para su pintura, lo ha vestido con una chaqueta amarilla a rayas para que, cuando no esté posando, haga de sirviente y asombre a la burguesía. Pronto mi marido le escribirá cuando por fin haya recuperado la calma que corresponde al grabador y especialmente al escritor. Lamenta mucho su ausencia y espera que no se prolongue indefinidamente. Nuestros mejores deseos, Eva Guérard…»
Del Halda ilustrados 