Se cuenta que, antes de 1800…

Izq. «Very unusual hunting weapon of the peculiar type used in the Danzig area, circa 8th century» (de ‘Germania’ at PO Box 68, Lakemont)

… Madame Johanna Schopenhauer, rememorando su juventud, describía cómo los graneros de Dantzic estaban custodiados, en la noche, por enormes perros de ojos rojizos, de pelaje áspero, agresivos, de fauces terribles. Implacables con los extraños, a ella le resultaban pavorosos. Los veía desde el carruaje en sus constantes viajes, y jamás pudo olvidar la sensación de algo casi imposible, devastador e imparable. Podían despedazar a cualquier ser humano que se atreviera a acercarse, ni tan siquiera de paso hacia la casa de gobierno en Langgarten. El único atrevido, y osado, fue el chelista Herr Umbach, quien decidió atajar por uno de aquellos caminejos, pero se abalanzaron en tropel y lo rodearon, amenazantes. Temblando, y sentado en una roca, comenzó a pellizcar tímidamente las cuerdas y luego pasó a interpretar piezas o pasajes que resultaron tranquilizadores. Pero al transcurrir las horas, y ya exhausto, sin poder tocar ya más, tan sólo le salvó la llegada del alba y de los expertos guardianes. Cuando Dantzic pasó a manos de Prusia, estos perros fueron descartados junto con muchas otras costumbres que se consideraban inadecuadas para la época, o demasiado cruentas, algo que siempre destacó Johanna -nacida en el mismo Danzig en 1776, escritora y madre del filósofo- como mérito incuestionable para el avance de la ‘civilización’.


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